sábado, 11 de febrero de 2017

“Of Beauty and Rage.” [Parte I]


“I watch you like a hawk, I watch you like I'm gonna tear you limb from limb.
Will the hunger ever stop?
Can we simply starve this sin?
That little kiss you stole, it held my heart and soul.
And like a deer in the headlight I meet my fate.”

Escuchaba sus pasos desde mi habitación. Sabía que se estaba acercando, a un ritmo pausado y con pies de plomo. Cogí una bocanada de aire y expiré lentamente: debía mantener la calma. Cerré los ojos y me aferré al arma que tenía entre mis manos. De pronto, cuando quise darme cuenta, podía sentir sus penetrantes ojos justo delante de mi. Y, en ese instante, disparé.

- Kozlowski, ¿está usted en clase? -la voz de la profesora sonó lejana pero al mismo tiempo logró que después de un rato pudiera volver en mi. Sacudí la cabeza levemente y la miré fijamente a los ojos, intentando disimular que realmente estaba perdido.
- Sí, perdón, estoy algo cansado y me cuesta centrarme -respondí, haciendo el esfuerzo de sonar lo más creíble posible.
Desde el otro lado de la clase, pude sentir la mirada de Jessica sobre mi nuca. ''¿Pero a este qué le pasa?'', se estaría preguntando. De hecho, ni yo mismo sabía muy bien qué me estaba ocurriendo. Llevaba días en los que notaba que mi cabeza estaba en un sitio totalmente diferente al de mi cuerpo, como si me hubiese perdido en algún mundo extraño del cuál me estaba costando encontrar una salida.
- Hey -pronunció una voz masculina.- Holaaaaa -volvió a decir al ver que no estaba prestando atención.- Tierra llamando a Alex.
- ¿Eh? -cuando levanté la mirada, tenía a Sullivan mirándome con cara de mal humor.- ¿Qué ocurre?
- Tío, ¿se puede saber qué te pasa?
Se sentó a mi lado y me analizó con la mirada detenidamente. Sullivan era bastante bueno en descifrar el lenguaje corporal de la gente y era una persona muy observadora a la par que malhumorada. 
- No lo sé -suspiré y me llevé las manos a la cabeza.- Llevo días en los que siento que algo no va bien, como si fuese a suceder alguna cosa terrible.
- ¿Como qué? 
- Ojalá lo supiese, Sullivan. Tengo escalofríos cada dos por tres y estoy siempre en alerta porque pienso que en cualquier momento puede pasar. 
- ¿Por qué no te vas mejor a casa? Total, no vas a hacer nada de provecho en el estado en el que estás y descansar te vendrá bien.
Asentí con la cabeza y recogí mis cosas. Salí de la clase y, de pronto, el pasillo me pareció eterno. Suspiré y empecé a andar, aunque más bien lo único que hacía era arrastrar los pies por el suelo dado que parecía que pesaban toneladas. 
Cuando salí del centro, me puse la capucha y, justo en la entraba, había un grupo de chicas sentadas hablando entre ellas. En cuestión de segundos, se callaron y dirigieron sus miradas hacia mí. Mantuvimos contacto durante lo que parecieron las milésimas de segundo más largas de mi vida y pude ver que entre ellas estaba Lydia. Tragué saliva e intenté no ponerme nervioso pero ante su presencia y teniendo sus ojos azules puestos en mi, me era imposible. Pasé por delante de ellas y crucé lo más rápido que pude.
Nada más llegar a casa, dejé la mochila en la entrada y me quité tanto la chaqueta de cuero como las botas.
- ¡Ya estoy aquí! -dije con un tono de voz más elevado mientras buscaba dónde se había metido mi padre.
- Estoy en la cocina, Alex. 
Desde la muerte de mi madre, ambos nos habíamos sentido muy vacíos. Sin embargo, yo supe llevarlo mejor que él. Aun hay noches en las que le oigo decir que la echa de menos, noches en las que las lágrimas le vencen, en las que se derrumba y se muestra siendo humano. 
Me acerqué a él y le di un beso en la cabeza. Recogí la mesa y fregué todos los platos mientras él seguía sentado, contemplando fijamente el sitio que mi madre solía ocupar. Y, entonces, sucedió algo que me heló la sangre.
- ¿No vas a saludar a tu madre? -dijo con dulzura. 
En ese momento se me cayó el plato que estaba limpiando, rompiéndose en pequeños pedazos. Me di la vuelta y lo observé, con los ojos abiertos de par en par y con el corazón yéndome a mil por hora. 
- Papá, aquí solo estamos tú y yo.
- No, también está tu madre -cada vez sonaba más y más convencido de lo que decía. 
A medida que me fui acercando a él, varios escalofríos recorrieron mi cuerpo de arriba a abajo. Me paré en seco, asustado, y miré a mi alrededor intentando orientarme, intentando comprender qué demonios estaba pasando. 
- Alex... -pude escuchar cómo una voz femenina pronunciaba mi nombre.- Cariño, ven aquí.
- No, no, no... Esto no puede ser real. 
Fui retrocediendo hasta que tropecé y caí. Me llevé las manos a la cabeza y me apoyé sobre las rodillas. Cerré los ojos con fuerza con la esperanza de que todo aquello cesara, de que la voz de mi madre desapareciera y mi padre volviera a estar normal. De pronto, todo quedó sumido en un profundo silencio y, al abrir los ojos, me di cuenta de que no estaba en mi casa, ni siquiera había llegado a estar en ella; no había ni abandonado la universidad. 

sábado, 7 de noviembre de 2015

“The Void.” [Final]


“All this time I can't believe I couldn't see,
kept in the dark but you were there in front of me.
I've been sleeping a thousand years it seems, got to open my eyes to everything.
Without a thought, without a voice, without a soul.
Don't let me die here, there must be something more.
Bring me to life.”

Por la expresión de mi rostro Ashley pudo darse cuenta de que las palabras que acababan de salir de su boca había sido un error garrafal. Empezó a pedirme disculpas una y otra y otra vez, pero a mi ya me daba todo exactamente igual. La cogí suavemente del brazo y tiré de ella hasta sacarla fuera de mi casa. Cerré la puerta y, mirándola fijamente, le dije:
- No vuelvas a pisar mi casa, procura que no te vuelva a ver por aquí. 
- ¿Qué piensas hacer si me ves? ¿Pegarme? -dijo con tono chulesco.
Tomé su mentón con mi mano derecha y acerqué su rostro al mío. Le sonreí con picardía y me aseguré de que me escuchara alto y claro.
- No pienso pegarte, porque no soy capaz de ponerle la mano encima a una mujer. Pero sí puedo hacer que tu vida se convierta en tal infierno que tengas que volver a mudarte.
Dicho eso, la solté y fui corriendo a por mi moto. Me subí en ella y puse rumbo al lugar en el Catherine se encontraba.
Nada más llegar, bajé y fui corriendo al parque que había detrás del centro comercial. Me detuve en la entrada, intentando ver dónde estaba sentada pero no logré ver nada. Entré dentro y fui inspeccionando cada rincón del parque, pero no la encontraba por mucho que me esforzara en buscar. Y, cansado de correr en vano, grité.
- ¡Catherine! 
Y, en ese instante, pude verla. Estaba sentada en un banco justo delante del lago. Llevaba puesto un vestido negro con una bufanda de color rojo sangre. Bajo la tenue luz de la farola, su piel parecía incluso más pálida que de normal. Poco a poco, me fui acercando a ella pero se dio cuenta de mi presencia mucho antes de que llegara hacia donde estaba. Pude ver cómo sonreía por debajo de aquella enorme bufanda; parecía alegrarse de verme.
- Creí que no vendrías -dijo en un leve susurro, el cual pude lograr escuchar.
- He tenido algún que otro contratiempo, pero no iba a dejarte tirada y menos aun si me dices que me necesitas -dije, mientras me sentaba a su lado.- ¿Estás bien?
- Sí, ahora sí -se acurrucó a mi lado.- ¿Puedo saber qué clase de contratiempo has tenido?
- Es Ashley -suspiré- Iba a salir a por ti, pero me dijo que eligiera entre ella o tú.
- Entonces, si estás aquí... ¿Es porque me has elegido a mi?
- No exactamente. Después de que me dijera eso, de que me hiciera elegir entre dos personas que me importan, decidí que no valía la pena malgastar mi tiempo con ella. Así que, por eso estoy aquí; tú al menos no me has obligado a elegir.
- Nunca haría algo así, Rick. Es más, no me enfadé porque te fueras con ella. Sé que estar con una persona como yo que constantemente tiene cambios de humor y la mayoría del tiempo está triste, no debe ser demasiado agradable.
- No seas tonta -dije, con una leve sonrisa en el rostro.- Tu compañía es de las mejores que he podido tener en mi vida. 
Pude fijarme que, después de decirle eso, su mirada se iluminó; parecía estar incluso más viva que antes, como si le hubiera devuelto la alegría que había perdido a lo largo de su vida.
- Rick... -suspiró y tomó una gran bocanada de aire.- Sé que estos días nuestra comunicación se ha cortado, no quería molestarte y como te veía siempre con Ashley imaginé que estabais saliendo o que os gustabais y que yo había pasado a formar parte de un segundo plano. Pero después de que vinieras a ver cómo estaba cuando me viste llorando en el instituto, aun a pesar de tener prohibido entrar en el baño de las chicas, me pareció todo un detalle por tu parte. Puede que nunca me volverás a oír expresar mis sentimientos tan abiertamente, pero siento que si no lo hago voy a explotar. En el instante en que dejaste a Ashley atrás en el pasillo y viniste a ver qué me pasaba, comprendí que eres un chico que vale la pena, que te preocupas por aquellos a quiénes quieres sin importar lo que dejas atrás por ello. No quiero que acabes en manos de la chica equivocada y que te haga daño. Te quiero, pero tampoco creo que yo sea la indicada para ti -las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos sin cesar.- No quiero que estés las 24 horas del día preocupado por mi, cuidándome y preguntándote si estaré bien o no. No quiero resultar una carga para ti y menos aun quiero llegar a amargarte la vida con mis problemas. Lo que más quiero en este mundo es que logres ser feliz, conmigo o sin mi, me da igual. Solo quiero verte sonreír, disfrutando de la vida -sonrió con una leve expresión de tristeza en el rostro.- Vayas con quien vayas, quieras a quien quieras, siempre voy a estar a tu lado, no lo olvides.
Se levantó, dispuesta a irse, pero la cogí de la mano y me levanté impidiendo que avanzara más de la cuenta.
- No te vayas, no me has dejado siquiera responderte.
- No quiero que me respondas, prefiero que me lo demuestres con tus actos.
- Está bien.
Me acerqué a ella todo lo que pude y puse mis manos sobre sus mejillas. Fui acercando mis labios a los suyos hasta que, por fin, la besé. Después de unos cuantos segundos, me aparté unos cuantos centímetros de ella y clavé mi mirada en la suya.
- Por si no has entendido lo que he querido decir con esto, te lo dejaré bien claro: te quiero a ti, Catherine, no a cualquier otra chica que pueda conocer o que ya conozca. Quiero ser feliz a tu lado y también quiero que tú lo seas, por eso mismo me preocupo y cuido de ti. Para que veas que hay alguien que te quiere y que daría todo lo que fuese por verte sonreír aunque sea unos minutos. Me da igual si tienes problemas o lo que sea, para mi nunca vas a ser una carga. Quiero que te quedes a mi lado, Cath. 
Me abrazó con fuerza y empezó a llorar mucho más, pero algo me decía que era de felicidad y no de tristeza precisamente.

Al cabo de un tiempo, Catherine se recuperó de su depresión.
Ashley se mudó a otra ciudad y no volvimos a saber nada de ella.
Supe que, en ese instante, escogí lo correcto.

domingo, 11 de octubre de 2015

“The Void.” [Parte V]


“Remember the moment you left me alone,
and broke every promise you ever made.
I was an ocean, lost in the open.
Nothing could take the pain away.”

A la mañana siguiente, como Ashley se había quedado dormida en mi casa, la llevé al instituto con la moto; no solía ir demasiado con ella, pero por un día no iba a pasar nada. Nada más aparcarla delante de la entrada, nos bajamos y entramos en el centro. Llegábamos algo tarde, por lo que aquello estaba totalmente desierto. 
Cuando íbamos a entrar en clase de historia, Catherine salió corriendo por la puerta y se chocó contra mi. Alzó la mirada, y clavó sus ojos llenos de lágrimas en los míos. Después de unos segundos que me parecieron horas, se apartó de nosotros y fue directa al baño. Ashley tenía cierto rasgo de preocupación en su rostro pero, sin embargo, siguió caminando tranquilamente. Yo, en cambio, me quedé quieto, mirándola estupefacto: ¿cómo podía haber actuado tan fríamente? 
- ¿Es que no vas a ver cómo está? -le pregunté con cierto tono de irritación en mi voz.
- ¿Y por qué se supone que debería ir? -dio media vuelta y me dirigió una mirada con ciertos aires de chulería.- Al fin y al cabo yo ya no la veo como una amiga, sino como una rival.
- Me parece totalmente asquerosa la actitud que estás teniendo en estos momentos -suspiré- Así que si no vas a ir tú, iré yo.
- No puedes entrar en el baño de las chicas -soltó una leve carcajada.
- ¿Acaso crees que eso me importa?
Y justo después de decirle eso, le di la espalda y fui detrás de Catherine. A medida que me fui acercando a los baños, sus sollozos se iban escuchando con más intensidad. Tomé una gran bocanada de aire y, sin ni siquiera asegurarme si había alguien más allí, entré. Nada más verme, Catherine se sorprendió y dio un pequeño brinco.
- ¿Qué haces aquí? -preguntó con los ojos ya enrojecidos de tanto llorar.
- Estoy preocupado por ti, por eso he venido -me agaché para poder tenerla a la altura de los ojos y le acaricié el pelo con delicadeza.- Cuéntame, ¿qué te pasa?
De pronto, sentí cómo sus brazos rodearon mi cintura, cómo hundió su cara en mi pecho y su llanto estalló con mucha más fuerza. Me quedé inmóvil durante unos segundos, sin saber exactamente cómo reaccionar antes aquella situación que me había dejado de piedra.
- No puedo más, Rick -dijo mientras me abrazaba con más fuerza.- De verdad que no puedo.
- ¿Con qué no puedes, Cath? -intenté corresponderle el abrazo de la forma más dulce posible.
Se apartó de mi y se secó las lágrimas como pudo; por mucho que intentara dejar de llorar, no era capaz de lograrlo.
- Las cosas en casa están patas arriba: mis padres no paran de discutir cada dos por tres y siempre lo acaban pagando conmigo. Hay veces en las que siento repulsión de estar en mi propia casa -clavó la mirada en el suelo.- Normalmente suelo salir a la calle y no suelo volver hasta estar segura de que mis padres duermen o no están en casa.
- Espera, espera. ¿Me estás diciendo que te pasas las tardes vagando sola por las calles? ¿Incluso a altas horas de la madrugada? 
- Sí, eso es a lo que me refiero.
- ¿Y por qué demonios en esos momentos no me llamas o vienes a mi casa? Sabes perfectamente donde vivo.
- No quiero ser una molestia para ti ya que imagino que tienes cosas mejores que hacer que cuidar de mi.
- ¡Eres idiota! -grité, algo enfurecido; había perdido los nervios completamente.- Nunca eres ni serás una molestia para mi, que te quede eso bien claro. Y ahora vámonos, es hora de entrar ya en clase.
Me puse en pie y le tendí la mano para ayudarla a levantarse. Tomó mi mano con suavidad y de un impulso, conseguí levantarla del suelo. Rodeé su cintura con uno de mis brazos y le ayudé a llegar a clase ya que se sentía bastante débil. Sin embargo, nada más entrar por la puerta, pude sentir la mirada penetrante de Ashley sobre mi. Suspiré y pensé: ''Genial, me espera lío''.

Cuando la clase hubo acabado y el profesor había salido ya por la puerta, Ashley se acercó a mi con cara de estar algo (bastante) molesta conmigo.
- ¿Por qué la estabas cogiendo, si puede saberse? -en su mirada se podía ver perfectamente el reflejo de los celos que había empezado a sentir.
- Estaba débil y le costaba caminar -dije, mientras iba metiendo los libros en mi mochila.- Así que tan solo me limité a ayudarla, nada más.
- Pues se te veía bastante feliz ayudándola.
- Ashley, por el amor de dios, ¿quieres parar ya? Lo estás dramatizando demasiado. Catherine, al fin y al cabo, es una persona que me importa y obviamente voy a preocuparme por ella si algo malo le ocurre -me acerqué a su oído y le susurré- Además, tú y yo no somos nada oficial.
Después de que se quedara sin palabras, mirándome con ganas de querer matarme, salí de clase inmediatamente. Tenía prisa por llegar a casa y poder olvidarme de toda la mierda que había aguantado durante la mañana.

Cuando entré por la puerta de casa, Luna me estuvo atosigando un buen rato hasta que, después de un par de horas, por fin pude tumbarme en la cama sin que nadie más pudiera molestarme ya. Encendí el equipo de música y me quedé allí, tirado sobre la cama, observando todas y cada una de las grietas que había en el techo. Me di la vuelta y, poco a poco, me fui quedando dormido.
Un ruido intermitente empezó a sonar de forma muy molesta. Sabía que debía levantarme, que tenía que abrir los ojos, pero mi cuerpo me impedía siquiera mover un simple músculo. Me notaba pesado, como si de pronto mis piernas hubieran sido sustituidas por un puñado de piedras. Después de intentarlo una y otra vez, abrí los ojos y me levanté. Me dirigí hasta la puerta y la abrí.
- Dios, ¿qué quieres? -le pregunté a Ashley, nada más verla justo delante de mi.
- Quería pedirte perdón por haberme comportado de forma tan inmadura antes. Supongo que verte con Catherine me molesta un poco, aun sabiendo que me elegiste a mi.
- Olvídalo, ¿vale? -le sonreí.- Hagamos como que nada ha pasado -le di un beso en la frente y le dejé entrar.
Estuvimos un buen rato viendo películas, riéndonos y dándonos besos, hasta que mi móvil empezó a sonar.
- ¿Diga? -dije, al descolgar la llamada.
- Seguramente estarás ocupado, pero eres la única persona que tengo a mi lado y... Te necesito, Rick -dijo Catherine, con la voz quebradiza.- Si vas a salir a buscarme, estoy en el parque que hay justo detrás del centro comercial.
Y entonces, colgó. Rápidamente, fui a mi habitación y me vestí con lo primero que encontré en mi armario. Cogí las llaves de la moto y empecé a pensar en algún modo de deshacerme de Ashley.
- Rick, ¿dónde se supone que vas? -preguntó ésta, algo extrañada y confusa.
- Catherine me ha llamado, necesita mi ayuda -la aparté suavemente para abrirme paso y poder salir.
- Rick, como salgas por esa puerta, no vas a volver a saber nada de mi -su tono de voz se había vuelto algo más grave que de costumbre. Me paré en seco y me giré para mirarla, dado que me habían impresionado sus palabras.
- ¿Me estás negando que vaya a ayudar a una persona que me importa? 
- Rick, o yo o Catherine; tú decides.

sábado, 5 de septiembre de 2015

“The Void.” [Parte IV]


“I'd gave it all to you, letting go of me.
Reaching as I fall,
I know it's already over now.
Nothing left to lose, loving you again.
I know it's already over, already over now.”

Se suele decir que cuando estás enamorado, ves la vida de otra forma. Se dice también que cuando amas a alguien y ese amor es correspondido, conoces el verdadero significado de la felicidad. Sin embargo, ¿cuán cierto es todo lo que la gente dice? ¿De verdad el amor es tan bonito como lo pintan o es simplemente sufrimiento que alguien decidió darle un toque de romanticismo y hacerlo ver como algo bonito?

Cuando fui a abrir la puerta, me sorprendió bastante el hecho de ver a Ashley, y no a Catherine. 
- ¿Qué haces aquí? -le pregunté con algo de curiosidad.
- Pues he venido a ver cómo estabas. No te vi demasiado bien cuando pasó lo de Catherine, y dado que no tengo tu número de teléfono decidí venir a verte, estaba algo preocupada.
- ¿Te has acordado de dónde vivo? -dije con cierto tono graciosillo en la voz.
- Tu casa era dónde siempre quedábamos, así que -sonrió- es normal que me acuerde, ¿no crees?
- No tienes remedio, eh -abrí la puerta del todo y la dejé pasar para que al menos entrara un poco en calor. 
Mientras ella estaba en el salón jugando un rato con Luna, yo fui a la cocina a preparar un poco de té. Más tarde, cuando ya estaba listo, lo llevé al salón y dejé la taza sobre la mesa. Me senté al lado de Ashley y encendí la tele.
- ¿Puedo hacerte una pregunta? -dijo, con un semblante un tanto más serio de lo habitual.
- Claro, dime.
- Catherine y tú... ¿Estáis juntos? Es decir, ¿sois pareja?
- No, realmente. Quiero decir, nos hemos besado tan solo una vez y tampoco hemos hablado de ello, así que se podría decir que no somos nada. 
- Pero, ¿ella te gusta? -en ese instante, pude notar cierto brillo en su mirada: me estaba mirando fijamente, y no había apartado la vista ni un segundo.
- Creía que sí, pero lo cierto es que me gusta también otra persona. Y créeme, tengo la cabeza hecha todo un lío -suspiré y me acomodé en el sofá.
- Bueno, se dice que cuando empieza a gustarte otra persona es porque realmente la otra nunca te gustó lo suficiente -dijo ésta, mientras le daba un par de sorbos al té.
Dejé caer la cabeza sobre el respaldo el sofá y clavé la mirada en el techo. Sentía ganas de decirle a Ashley lo que sentía, todas las cosas que en mi cabeza nos imaginaba haciendo, siendo una pareja feliz. Sin embargo, había algo que me lo impedía. ¿Y si por culpa de ello perdía mi amistad con ella? Sacudí levemente la cabeza y me levanté para ir al baño y lavarme un poco la cara. Después de mojarme la cara y sentirme algo mejor, me fui a mi habitación, me senté sobre la cama y encendí el último cigarro que me quedaba. 
- Rick, ¿va todo bien?
Y, cuando me di la vuelta, la vi allí, justo delante de mi. Me fijé en que sus ojos estaban algo enrojecidos, ¿cómo no me había dado cuenta de ello antes? Seguramente había estado llorando y ni siquiera le pregunté si estaba bien. Me fijé en sus preciosos labios, en esa peca tan graciosa justo debajo de su ojo derecho. Me fijé en su perfecta y blanquecina piel que le hacía parecer una frágil muñeca de porcelana. 
- ¿Rick? -dijo ésta, al ver que pasaban los minutos y no le respondía- ¿Te pasa alguna cosa? No dices nada y llevas ya un buen rato mirándome con la mirada perdida.
- Ashley... Hay una cosa que deberías saber -me puse en pie y me fui acercando lentamente a ella- La otra persona que me gusta, eres tú. Llevo enamorado de ti desde que íbamos a cuarto de primaria y cuando te fuiste, puedo garantizarte de que se me partió el alma en mil pedazos. Me costó mucho acostumbrarme a tu ausencia y de hecho nunca llegué a acostumbrarme, simplemente aprendí a convivir con ello. Mike siempre me decía que intentara llenar mi vacío acostándome con otras chicas, liándome con ellas y saliendo de fiesta con él. Sin embargo, en mi corazón solo había sitio para una chica; y esa eras tú. Antes de que volvieras, empecé a ver en Catherine algo que no había visto en ninguna chica. No obstante, cuando te vi el otro día después de tanto tiempo, no pude contener los sentimientos que tenía sellados dentro de mi. 
Al cabo de pocos segundos, se puso a llorar. Corrió hacia mi y me abrazó con tanta fuerza que casi me deja sin aliento. Le acaricié suavemente el pelo y le correspondí el abrazo de la forma más tierna que pude. Y, cuando se separó un par de centímetros de mi, me miró a los ojos y, con las lágrimas aun brotando como cascadas, me susurró al oído:
- Rick, te quiero.
Y me besó. En el instante en que sus labios rozaron los míos, un escalofrío invadió todo mi cuerpo. Rodeé su cintura con mis brazos y la acerqué mucho más a mi. Era como si el tiempo se hubiera detenido, como si nada de lo que había a nuestro alrededor existiera: solo estábamos ella y yo, lo demás no importaba.
- Dios, lo siento mucho -dijo mientras se apartaba por completo de mi- No debí hacer eso, lo siento, de verdad. 
- Ashley, no -la cogí de la mano e impedí que se alejara más aun- No has hecho nada malo, solo te has dejado llevar y ya está. No tengo pareja, así que no te culpes de nada. 
Tiré suavemente de ella para acercarla más. Ella clavó su mirada en la mía y sonrió de la forma más dulce que jamás había visto.
- Vamos, creo que van a poner una película interesante en la tele -dijo mientras empezaba a reír.
- Está bien -sonreí- Luego si quieres te acerco, no quiero que vayas sola por la calle y menos aun cuando es de noche.
- Dudo que llegara a pasarme algo, pero es todo un detalle por tu parte.
Mientras veíamos la película, me olvidé de todos los problemas que había tenido últimamente. Me olvidé de Catherine, del beso que nos dimos y de cómo se había comportado esta tarde. Abracé con cuidado a Ashley y apoyé mi cabeza sobre la suya. Me sentía en paz y, por un instante, todas mis dudas desaparecieron. Sin duda alguna, ella era la persona con la que quería estar.  Poco después, ambos nos quedamos dormidos en el sofá, abrazados y cogidos de la mano.

viernes, 4 de septiembre de 2015

“The Void.” [Parte III]


“It comes in waves, I close my eyes.
Hold my breath and let it bury me.
I'm not okay and it's not alright.
Won't you drag the lake and bring me home again?”

El despertador empezó a sonar y pude escuchar cómo Luna maullaba al otro lado de la puerta, rogando que me despertara y le diera de comer. 
- Ya voy, ya voy -murmuré. Me desperté a regañadientes y abrí la puerta para ir a la cocina y ponerle algo de comer a la gata. Nada más acabar, volví a la cama y saqué un cigarro del paquete de tabaco que llevaba en el bolsillo de los vaqueros. Había pasado una semana desde el incidente que había tenido Catherine y, en esa semana, yo no había pisado el instituto ni un día. ¿Por qué? Ni yo mismo lo tenía demasiado claro. No paraba de recibir llamadas de Mike y de Catherine, pero no respondía ninguna; simplemente no tenía ganas de hablar. Más de una vez vinieron a mi casa para ver si daba señales de vida, pero ni siquiera era capaz de levantarme de la cama, abrirles la puerta y explicarles que estoy bien, que todavía no me he muerto. Pocas horas después, alguien llamó a la puerta.
- ¡Te obligo a que salgas! ¡Sé que estás ahí, pedazo de idiota! -gritó Mike desde el otro lado de la puerta. Me pasé la mano por el pelo en señal de desesperación y solté un largo suspiro. Después de varios segundos, decidí que abrirle la puerta sería lo correcto, hasta que me llevé un buen bofetón.
- ¿A qué ha venido eso? -pregunté, algo confuso.
- Llevas una semana encerrado en casa, sin decirnos nada -por el tono de su voz, pude deducir que estaba bastante enfadado- Nos tenías a todos preocupados, creíamos que te había pasado algo. 
- Simplemente no quiero ver ni hablar con nadie.
- Pues lo siento, pero eso va a tener que esperar, porque hay una persona que sí que quiere hablar contigo.
- Dile a Catherine que ya la llamaré, que no se preocupe por mi -suspiré.
- Rick, no se trata de Catherine.
Fruncí el ceño después de que dijera eso. Si no se trataba de ella, ¿de quién podía ser? ¿Quién en su sano juicio iba a tener ganas de hablar conmigo?
- ¿Entonces de quién demonios se trata? -pregunté, confundido. Éste soltó una leve risita llena de picardía.
- Tendrás que venir mañana al instituto si quieres saberlo.
Y, después de decir eso, se despidió y se fue. Cerré la puerta y me quedé pensativo, dándole vueltas a aquello que me había dicho e intentando averiguar la identidad de la persona que quería hablar conmigo. Sin embargo, después de calentarme demasiado la cabeza, decidí dejar de darle importancia.
A la mañana siguiente, a pesar de no tener ganas, fui al instituto. Me vestí lo menos llamativo que pude para pasar desapercibido y me puse un gorro negro ya que fuera parecía hacer bastante frío. Cogí la mochila y fui caminando, no me apetecía demasiado coger la moto. 
Nada más llegar, Catherine vino corriendo hacia mi. Me abrazó con fuerza y, a punto de llorar, me dijo que me había echado de menos y que había estado muy preocupada por mi. Le di un beso en la frente y me solté de ella: debía buscar a Mike.
- Anda, mira quién está aquí -dijo riéndose- Sabía que vendrías.
- Déjate de rodeos, si he venido aquí es por lo que me dijiste ayer.
- Claro, ven conmigo.
Bajamos las escaleras y salimos al patio donde, en uno de los bancos, había sentada una chica. Tenía el pelo de un color negro intenso y su piel era incluso más pálida que la de Catherine, cosa que me sorprendió bastante. Iba vestida con un vestido negro y llevaba unos zapatos con plataforma. De pronto, se giró y miró hacia donde estábamos nosotros. Se puso en pie y empezó a acercarse mientras esbozaba una dulce sonrisa en su rostro.
- Qué alegría ver que aun seguís siendo amigos -dijo la chica. Sin embargo, algo en su voz me era familiar. 
- ¿Disculpa...? -parecía que nos conocía, pero yo no conseguía recordarla.
- Rick, soy yo, Ashley -comentó con un tono risueño en su voz.
Y, en el instante en que sus labios pronuncian su nombre, una oleada de recuerdos invaden mi mente. Me pongo nervioso y las palabras empiezan a faltarme. Era ella. Dios. Por fin después de tantos años volvía a verla. La abracé con fuerza sin que ella tuviese tiempo a reaccionar y no la solté en un buen rato. Mike, al ver aquella escena, decidió irse y dejarnos a solas.
- Vaya, que bienvenida tan cálida -rió.
- No te había reconocido, has cambiado tanto que pareces otra persona.
- Supongo que gracias -arqueó una ceja- Aunque no sé exactamente cómo tomarme eso.
- No es nada malo, tranquila -sonreí- ¿Y cómo es que has vuelto? Creí que te habías ido a Alemania, digamos que, para siempre.
- Y así iba a ser, pero mis padres se separaron y mi madre se volvió totalmente majara. Así que me he independizado y creí que volver aquí sería lo mejor para mi. 
- Vaya, siento mucho lo de tus padres, imagino que lo habrás tenido que pasar mal.
- No te creas, lo veía venir -poco a poco, fue bajando la mirada- Sin embargo, lo peor es estar allí, y no tener al apoyo de nadie. Tenía amigos, si es que se les puede llamar así, pero nunca estaban en los malos momentos. Así que aprendí a estar sola y a no depender de nadie. 
Una pequeña lágrimas se deslizó por su mejilla izquierda. Se la sequé cuidadosamente con el dedo pulgar y le sonreí levemente.
- Bueno, no tienes de qué preocuparte ya, enana. Mike y yo somos tus amigos, y no vamos a abandonarte cuando nos necesites.
- Está bien saberlo. Y entiendo que me llamaras enana cuando era algo más pequeña, pero ya no soy tan bajita -soltó una carcajada.
- Para mi siempre vas a ser una enana.
Después de que sonara el timbre, subimos los dos juntos a clase y todo el mundo se me quedó mirando. Puse los ojos en blanco dado que no me gustaba en absoluto ser el centro de atención cuando me di cuenta de que esas miradas no iban dirigidas hacia mi, sino que iban hacia Ashley. ''Lógico, con lo guapa que es'', pensé. Y, entonces, pude sentir el peso de la mirada de Catherine sobre mi. ¿Estaría celosa? ¿O a caso eran solo cosas de mi imaginación? 
Las clases pasaron tan rápido, que ni siquiera me di cuenta de que ya era hora de irse hasta que Ashley propuso irnos Mike, Catherine ella y yo a tomar algo todos juntos. Catherine y ella habían sido mejores amigas desde que eran pequeñas, sin embargo, Catherine acabó dejándola de lado por otra chica que creyó que sería mucho mejor amiga que ella, a pesar de que acabó cometiendo el mayor error de su vida. Sin embargo, Ashley dejó de guardarle rencor cuando vio que empezaba a estar mal y no dejó de apoyarla en ningún momento. 
- Yo, ehm... Tengo cosas que hacer, lo siento -dijo Catherine- Id sin mi, ya quedaré con vosotros otro día que esté algo más libre.
Cogió sus cosas, metió los libros en la mochila y salió de clase a un paso bastante rápido. Todos nos miramos entre nosotros, sin entender demasiado bien qué estaba ocurriendo. 
- ¿Alguien sabe qué demonios le pasa? -pregunté.
Sin embargo, Mike negó con la cabeza. Suspiré y fui detrás de ella. 
- ¡Catherine, espera! -le grité para que se detuviera y me esperara, ya que me estaba entrando flato.
- ¡Déjame en paz de una vez y para de seguirme! 
Me detuve en seco y la observé mientras se iba, sin tan siquiera girarse ni un segundo. Así que, después de aquello, decidí volver atrás e irme a casa. De camino, me encontré con Ashley, la cual vino corriendo hacia mi.
- Eh, ¿estás bien? -me preguntó al verme la cara.
- No lo sé, de pronto todo en mi vida se está yendo a pique. Quise seguirla y averiguar qué demonios le pasaba, pero solo obtuve un ''Déjame en paz'' como respuesta. 
- ¿Hablas de Catherine? 
- Efectivamente.
- Rick, no le des demasiadas vueltas a ello, de verdad -suspiró- Desde que padece depresión, no es la misma chica que era; a veces necesita estar sola, y este es uno de esos momentos. Mejor llámala mañana o esta noche mismo, cuando esté algo más calmada. Vamos, te acompañaré a casa para que al menos no te sientas tan solo -sonrió con dulzura.
Durante el camino, recordé todas las cosas que había aprendido gracias a Ashley y, lo más importante, logré recordar mis sentimientos por ella. Esa sensación de calma y tranquilidad que me producía estar a su lado, esa felicidad que su presencia me daba, la calidez de sus abrazos... ''Dios mío, aun me sigue gustando'', pensé. Y así era. 
Después de llegar a casa, me despedí de Ashley y me tiré sobra la cama sin quitarme tan siquiera los zapatos. 
- ¿Por qué has tenido que aparecer ahora? -me dije a mi mismo- Te vas, vuelves y dejas mis sentimientos hechos todo un caos. 
Suspiré y me di la vuelta; tal vez dormir un rato me ayudaría a aclararme las ideas. Sin embargo, un rato después, alguien llamó a la puerta. ¿Quién demonios podría ser? 

lunes, 24 de agosto de 2015

“The Void.” [Parte II]


“Being me can only mean feeling scared to breathe.
If you leave me, then I'll be afraid of everything.
That makes me anxious, gives me patience,
calm me down.”

Me hallaba en mi habitación, tumbado sobre la cama escuchando The Void, de Nine Lashes. Eran las 12 de la mañana y yo no había pegado ojo en toda la noche. Cogí un cigarro del bolsillo de mi pantalón y lo encendí: fumar era la única forma de poder calmarme, de calmar mi ira. Sin embargo, ese día, no estaba haciendo demasiado efecto. Me levanté de la cama y fui a la sala de estar, donde estaba Luna espatarrada sobre el sofá. Le acaricié la tripa y en seguida se despertó. Me miró fijamente, cerró los ojos de nuevo y empezó a ronronear mientras la seguía acariciando. 
El sonido de mi móvil hizo que tuviera que volver a mi habitación a cogerlo.
- ¿Quién es? -pregunté.
- Soy yo, Mike. Oye, una pregunta, ¿estuviste anoche con Catherine? -preguntó. En en el tono de su voz, pude sentir preocupación.
- Sí, bueno, la acompañé hasta su casa y luego me fui. ¿Por qué? ¿Ocurre algo?
- Resulta que me acaban de llamar sus padres: Catherine no está y no contesta al móvil. Según ellos salió esta mañana a por el pan y aun no ha vuelto.
- ¿A qué hora se supone que ha salido?
- A las 8:30, y es casi la una ya.
- Joder.
Colgué la llamada y me vestí corriendo. Cogí las llaves de la moto y salí fuera disparado. Me subí en ella y me dirigí hacia la casa de Catherine. Sabía que no iba a encontrar nada allí, pero a lo mejor sus padres podrían darme más detalles. 
Nada más llegar, varias patrullas de policías tenían los coches aparcados delante de su casa. Dejé la moto un poco más lejos y corrí hasta llegar allí. 
- ¡Anna! -grité. Ésta se giró y me miró, estupefacta.
- Vaya, Rick, qué sorpresa verte por aquí -sonrió con tristeza.- ¿Has venido por lo de Catherine?
Asentí con la cabeza. Su rostro, lleno de lágrimas y con los ojos enrojecidos, me recordó al rostro de mi tía cuando se enteró de que mis padres habían fallecido en aquel accidente. Sin embargo, desde ese día, no volví a saber nada de ella. Sacudí la cabeza para volver a la realidad y vi que el padre de Catherine también estaba allí.
- ¿Saben si tenía problemas con algún chico o alguien del instituto? 
- Que yo sepa no -respondió Anna.- Ella siempre ha sido una chica tranquila, siempre ha pasado desapercibida. 
- No sé si se lo ha contado o no, y lo siento, pero creo que debería saberlo: anoche, tres chicos del instituto, intentaron violarla. Por suerte pude pararlos, pero tengo la sospecha de que tal vez ellos han tenido algo que ver en todo esto.
La cara de su madre habló por si sola. Y, sin que le diera tiempo a decir nada, eché a correr para coger la moto. ''Pagarán por esto'', pensé. Me subí en ella y empecé a recorrer las calles en su busca. Sin embargo, por mucho que buscara, por mucho que insistiera, no era capaz de encontrar nada. Seguí con la búsqueda hasta las 2 de la madrugada, hasta que paré porque ya no podía soportarlo más. Aparqué la moto y me senté en un banco que había cerca de la plaza principal de la ciudad. El cielo esa noche tenía un color negro demasiado oscuro: no se veía ni una estrella. Suspiré y clavé la mirada en el suelo. ¿Cómo había podido pasar todo esto? ¿Dónde demonios podía estar? Y, entonces, mi móvil empezó a sonar: número oculto. Vacilé varias veces, no sabía si cogerlo o no, hasta que tomé una decisión.
- ¿Diga? -dije al descolgar la llamada.
- ¡Rick, ayúdame! Estoy en una especie de almacén del puerto, hay muchas cajas y huele fatal. Creo que es el tercero de la derecha. ¡Ven, corre! 
Cuando colgó, el móvil se me cayó de las manos y me quedé inmóvil durante unos segundos. Era la primea vez que alguien me pedía ayuda, que alguien me llamaba porque me necesitaba. Tomé una gran bocanada de aire y corrí a coger la moto: debía encontrarla y sacarla de allí donde estuviese.  

Nada más llegar al puerto, aparqué la moto en cuestión de segundos, me puse la capucha de la chaqueta y corrí hasta el tercer almacén que Catherine había mencionado. Busqué algún tipo de entrada hasta que, en uno de los laterales, vi una puerta que se encontraba entreabierta. Sigilosamente, entré dentro; no quería que nadie supiera que estaba allí, debía sacar a Catherine e irnos lo antes posible. Y, de pronto, las luces del almacén se encendieron de golpe. Allí estaba, justo delante de mi, atada y llena de heridas. A su lado, los mismos idiotas a los que le había dado una paliza la noche anterior.
- ¿Se puede saber por qué habéis hecho esto? -repliqué, enfadado. La ira estaba empezando a apoderarse de mi y eso no era nada bueno.
- Para vengarnos por lo que nos hiciste -dijo uno de ellos con una sonrisa pícara dibujada en su rostro- No creas que puedes pegarnos una paliza y luego irte tan de rositas.
- Rick... -pronunció Catherine a duras penas- Sácame de aquí...
- Cállate -el que estaba a su derecha, al ver que había hablado, le dio una patada en el estómago y cayó inconsciente sobre el suelo.
- ¡Dejadla tranquila ya! -corrí hacia ellos y los aparté de Catherine. Cayeron al suelo pero se levantaron en cuestión de segundos. Se abalanzaron sobre mi pero pude deshacerme de ellos con mucha más facilidad de la esperaba. Cogí a Catherine en brazos y salí corriendo de allí tan rápido como pude. Arranqué la moto de inmediato y puse rumbo a su casa.
Durante el trayecto, pude notar como unos brazos finos y suaves me abrazaban por la espalda.
- Muchas gracias, no sé qué hubiera sido de mi si no hubieras aparecido -su voz sonaba dulce y tierna. 
- No me debes nada -sonreí levemente- Va, que ya poco para llegar a casa.
- ¡No! Por favor, no. No quiero volver a mi casa... -de pronto, su voz cambió por completo. Paré la moto junto a un parque y me levanté para poder mirarla.
- ¿Por qué no quieres volver? -pregunté mientras le acariciaba suavemente la mejilla derecha; estaba completamente helada.
- Mis padres me hacen daño, me exigen demasiado y quieren que sea una niñita perfecta, cosa que no puedo. Llevo ya unos meses con depresión por culpa de mi situación en casa y esta mañana, después de comprar el pan, iba a ir a tu casa para agradecerte lo que hiciste por mi, pero esos degenerados me cogieron.
- A la próxima que quieras salir, avísame y pasaré a por ti -le di un beso en la frente- Y si lo prefieres, puedes pasar la noche en mi casa.
- ¡Muchísimas gracias! -dio un pequeño salto y me abrazó con fuerza. Le correspondí el abrazo y apoyé mi cabeza sobre la suya; se sentía todo tan bien, que no quería que ese momento acabara nunca.

Cuando llegamos a mi casa, busqué por mi armario algo que pudiera ponerse hasta que encontré una vieja sudadera que ya no usaba. Se la di y fui a por sábanas para ponerlas en el sofá, para que así ella pudiera dormir tranquilamente en mi cama.
- ¿Vas a dormir en el sofá? -preguntó, algo bastante extrañada.
- Claro, ¿por qué lo preguntas? 
- Creí que dormiríamos juntos -bajó la mirada, algo avergonzada. Solté una leve carcajada al verla tan adorable y suspiré.
- ¿Quieres que duerma contigo? -pregunté con un tono tan dulce que incluso yo mismo me sorprendí.
- Sí, por favor... No me gusta estar sola, y menos aun después de todo lo que ha pasado.
- Pues va, ves yendo a mi habitación, yo tengo que ir a darme una ducha. 
Y, en ese instante, sin siquiera pensarlo, me acerqué a ella y la besé. Ella rodeó mi cuello con sus brazos y se pegó mucho más a mi. Unos segundos después, despegó sus labios de los míos y dijo:
- Me gustas, Rick. Me gustas mucho... -susurró.
- Y tú a mi, pequeña -la abracé muy fuerte y la cogí en brazos para llevarla a la cama- Espérame, en seguida volveré.
Después de darme una ducha, fui a mi habitación y me metí en la cama con cuidado de no despertarla ya que, al parecer, se había quedado dormida mientras me esperaba. La abracé suavemente y la acerqué un poco a mi. Por primera vez en mi vida, había dejado de sentirme vacío, solo. Me sentía bien, como si algo dentro de mi hubiera cambiado. Le acaricié el pelo durante un rato, hasta que me quedé dormido. Había sido un gran día, a pesar de todo lo que había ocurrido.

“Of Beauty and Rage.” [Parte I]

“I watch you like a hawk, I watch you like I'm gonna tear you limb from limb. Will the hunger ever stop? Can we simply starve t...